Una de las innovaciones más importantes del Paleolítico superior es la actividad artística, que desde un punto de vista tradicional se han interpretado como representaciones de carácter mágico que tenían como objetivo asegurar el abastecimiento de animales y facilitar la caza, "invocando" la presencia de los animales a través de un pretendido culto a la fecundidad, con lo que las pinturas rupestres guardarían estrecha relación con las figurillas femeninas del arte mobiliar, las llamadas Venus paleolíticas.
Las pinturas de Lascaux seguramente pertenecen a las fases centrales y finales del ciclo auriñaco-perigordiense, momento en que se pasa de los dibujos de contorno punteado en rojo o amarillo a la bicromía y a los contornos en negro. "Lascaux es la catedral de este ciclo, con sus pinturas en diversas técnicas, desde las figuras amarillas, pasando por las bícromas, hata las negras con utilización del degradado como el gran toro negro, prodigio de observación y sensibilidad. En Lascaux también hallamos una de las primeras escenas de caza en la que aparece ya la intención de configurar una composición."
La distribución al azar y las variaciones de escala demuestran la falta de estructura y secuencia de los pueblos primitivos para registrar sus experiencias.
A continuación reforzaremos nuestros conocimientos
3600 a.C. El monumento de Blau combina imágenes y escritura primitiva
El monumento de Blau, sumerio primitivo, tercer tercio, IV milenio a. de C. En este primitivo objeto
de pizarra se combinan la escritura
grabada y las figuras talladas en
relieve.
3100 a.C. Primeros escritos pictográficos sumerios, grabados en tablillas de arcilla
El sistema de escritura proto-sumerio es pictográfico y tuvo su origen hacia el 3500 a. C. Al principio el sentido de la escritura era vertical, de arriba hacia abajo comenzando por la derecha, luego fue horizontal de izquierda a derecha.
Las formas más sencillas de registros sumerios están representados por cartelas o etiquetas que muestran perforaciones con restos de cuerda con las que estaban originalmente atadas a un objeto o grupo de objetos. Estas etiquetas, generalmente de arcilla y rara vez de yeso, no contenían más que la impresión de un sello de cilindro, o sea, la marca de propiedad del remitente de los objetos y, además, a veces, marcas indicando el número de objetos enviados, pero ningún signo que señalase la naturaleza de los objetos mismos. Las limitaciones de este sistema son evidentes; aunque el destinatario de los objetos conocía en el momento de qué objeto se trataba, ya que venían acompañadas por los rótulos, una vez que éstos se separaban de los objetos, la conexión se iba perdiendo y olvidando gradualmente. El hecho de que por este método era posible registrar solamente los nombres de las personas que poseían sellos cilíndricos, constituía otra limitación más.
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